jueves, 30 de septiembre de 2010

Yanoquieroserunasupermujer (I)

Ayer me rebelé. Al mirarme en el espejo y ver que, como casi cada mañana, tenía cara de cansada, me lavé para quitarme las legañas que me arañaban y no me puse ni una gota de máscara de pestañas que normalmente hace que se me levante un poco el ojo y la moral. Y así, con mi cara de cansada y todo empecé el día; mi primer día de mujer que no intenta gustar conquistar seducir provocar convencer.
Trabajé casi como cualquier otra jornada, pero sin sonreír cuando hablaba por teléfono y, a la hora de la salida, llamé al padre de mis hijos y que aún es mi marido para decirle que descogelara unas empanadillas que yo me iba a quedar zascandileando. "Igual llegas tú antes que yo, que ando muy liado" me dijo. Y yo, "ya verás como no".
Y no hice nada que no pueda contar públicamente aunque me niego a confesar en casa en qué ocupé mi tiempo precioso, porque esa es otra, estoy aprendiendo a no justificarme a no dar explicaciones a no nada.

Entre nosotros, estuve leyendo un libro bastante malo pero muy entretenido (que eso pasa a veces) que no hubiera pasado la censura crítica de mi Club de Lectura. Y me tomé el café con azúcar porque cuando me pongo sacarina todo sabe a sacarina.
Como veis, tonterías, pero me sentí libre. Y casi feliz.
Dejé por un día de ser una supermujer y no pasó nada, no se hundió el mundo: tengo trabajo acumulado para mañana o pasado mañana pero nadie va a resolverlo por mí, leí un libro de tirón como cuando tenía 15 años, mis hijos comieron empanadillas con el centro sin descongelar del todo. Y  por la noche, tirada en el sillón viendo una película, pude llorar tranquilamente sin que se me corriera el rímel.
Toda una experiencia.

1 comentario:

  1. a mí me gustas mucho con súper y sin él, y cansada y todo, también!!

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