domingo, 31 de octubre de 2010

Punto muerto (un cuento)

Atascado. Lento. Joder, parado. Parado en mitad de la nada. Una recta interminable de Castilla y yo aquí en el coche. Fuera, unos cuarenta grados. Cuando todo se tuerce, se tuerce todo menos esta recta a la que no veo el fin.
No llego. Maria, desnuda, esperándome con los pezones duros, oscuros; lo mejor del hotel es el aire acondicionado. Maria es lo mejor de mi vida. María se ríe, se estremece, me hace feliz. Se dormirá esperándome; se quedará fría.
Joder, aquí parado en este atasco. ¿Qué coño está haciendo el capullo que va primero en esta fila? Mi vida paralizada porque algún gilipollas ha pinchado.
Si no se hubiera roto el condón no se hubiera jodido todo. Yo quería a Dolores; éramos casi niños jugando a médicos. Un pinchazo que llegó antes de que Dolores supiera lo que es un orgasmo, así me lo ha dicho.
Estancado. Ni para alante ni para atrás. Van saliendo a estirar las piernas y a enterarse de qué pasa. Resignados; gilipollas. Ya no llego. No me esperará.
Dejo el coche abierto; que se lo lleven si pueden.  Busco cobertura y encuentro un sitio para mear.

-          Caballero, podría ser más discreto, que voy con dos niñas.
Pienso, "qué te follen", y digo:
-     Disculpe.

Follar. María pezones duros. También con Dolores tengo días gloriosos; lo pasamos bien a veces. Normalmente, no. Dice que no va a la peluquería porque no le gusta cómo le dejan el pelo. Desgreñada y sexi; Dolores.
María esperándome en Cuenca; le dará mil vueltas a la cabeza, se vestirá y se irá a cenar con su marido. Para eso está. No sé si me quiere para follar o para sentirse guapa; una reina. Desnuda y yo aquí que ni para alante ni para atrás. Ni María ni Dolores, sólo carretera y espejismos al sol.
Niños corriendo por el arcén.
Bajo las ventanillas. Las subo. Me tapo los oídos y me escucho respirar. Me agarro al volante con las dos manos y piso el acelerador. Hey, Sabina, le quité el contacto al coche. Me asfixio de calor.
Sudo, sudaba cuando me pusieron a mi hijo en los brazos. Mi hijo con su madre, probablemente en el cine. María cenando con su marido. La vida sigue; yo detenido en mitad de mi camino. Una larga fila de coches detrás de mí; coches parados delante.
No llego. No vuelvo. No voy.
Podría morir de hambre si no solucionan esto. Puede que se olviden de nosotros.
 Me moriré de rabia si María se va a cenar sin mí. Palomitas en el cine. María con el buitre de su marido.
Los niños corren y disfrutan del ahora. Ahora es una mierda.
Mi vida es una mierda; ni para alante ni para atrás. Atascado, enfangado. Enredado.
Encuarentado. En cuarentena. Sin salida.
Detenido en mitad de nada.
Parado.

2 comentarios:

  1. la vista virtual de unos pezones duros en medio de un atasco... me ha gustado, Marga, este drama entre la realidad y el placer. No siempre van a ser carreteras vacías, fáciles, que nos lleven al placer. Pero lo que joden estos impedimentos que nos impiden llegar a nosotros.
    Un beso

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  2. Lo que joden. Esos caminos difíciles en los que parece imposible avanzar o retroceder, buscar una salida diferente a la del resto.
    Un beso para ti; gracias por estar ahí.

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